BIENVENIDA Y REFLEXION

BIENVENIDOS

Queridos hermanos:

Con gran tristeza vemos que hoy día las sectas pasan casa por casa, haciendo una gran labor proselitista.

Primero piden muy sutilmente que los católicos los acompañen a orar con la Biblia, lo que no tendría nada de malo, pero, con el pretexto de orar con la Biblia, lo que realmente pretenden es arrebatarles la fe y hacer que se cambien de Religión.

Y esto, en realidad, además de ser un proselitismo barato, es una falta de respeto y de caridad hacia las personas que, no habiendo tenido una mayor formación bíblica, los confunden con infinidad de citas bíblicas, sacadas de su verdadero contexto, y tratan de hacerles ver que están equivocados hasta convencerlos para que pasen a engrosar las filas de las sectas.

TEMA 34: Nuestra identidad católica

¿Quienes son Iglesias Cristianas?
  • Iglesias cristianas son aquellas comunidades de creyentes que aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador. Católicos y Evangélicos somos cristianos porque nos inspiramos en la persona de Cristo.

¿Quienes NO son Iglesias Cristianas?

  • No son cristianos, en cambio, los musulmanes fundados por Mahoma, que vivió en el siglo VI, ya que ven en Jesús sólo a un profeta a quien ponen al mismo nivel de Moisés o de Mahoma.
  • TTampoco son cristianos los Mormones que no consideran a Jesucristo como Dios y dan más importancia al Libro del Mormón, escrito por José Smith en 1827, que a la misma Biblia. (Smith murió linchado por decenas de maridos traicionados por él, aunque él decía que todo se lo revelaba un ángel en unas planchas de oro).
  • Tampoco son cristianos quienes ven en Jesús de Nazaret sólo a un hombre bueno y sabio y no a Cristo el Salvador ungido por Dios.

El Consejo Mundial de Iglesias fundado en 1948:

  • Acepta como miembros sólo a las comunidades que aceptan que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que el Hijo de Dios hecho hombre es Jesucristo como lo atestigua la Biblia.
  • Desde el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia Católica coopera en el movimiento ecuménico con las demás Iglesias Cristianas.

¿Quiénes somos Católicos?

  • Somos católicos los que además de ser cristianos aceptamos por el Bautismo ser miembros de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

¿Ahora bien ¿Cómo se sabe en la práctica si uno es o no es católico?

  • La nota más distintiva para saber a qué Iglesia pertenece una persona es su adhesión o rechazo al Papa.
  • El católico acepta al Papa como Vicario de Cristo, como Pastor universal de la Iglesia dejada por Jesús.
  • Así que un católico unido al párroco, al obispo y al Papa, se sabe seguro dentro la Iglesia Católica.
  • Los evangélicos rechazan la autoridad del Papa.
  • Los ortodoxos se llaman católicos pero también rechazan la autoridad del Papa.
  • Tenemos que orar para que llegue el día y la hora prevista por Dios parar el feliz reencuentro con la Iglesia Ortodoxa y ojalá también con las denominaciones evangélicas.

¿Qué es el Ecumenismo?

  • El Ecumenismo es el movimiento nacido bajo la acción del Espíritu Santo que busca la unión de los cristianos de diferentes iglesias mediante el diálogo teológico, la oración y el servicio en común a los más necesitados.
  • El católico que se siente seguro de su Fe puede orar con cristianos de otras Iglesias, pero sin dejarse atropellar.
  • También puede hacer con ellos obras buenas y practicar la solidaridad con los más necesitados, pero el diálogo teológico se debe dejar a los especialistas.
  • El católico debe tratar con respeto a los que tienen otra religión (Col. 4, 5-6) y debe exigir también este mismo respeto.
  • La Iglesia católica mantiene un diálogo religioso de acercamiento con otras confesiones no cristianas a condición de que respeten los postulados de nuestra Fe católica y los Derechos de la persona humana.
  • Hay grupos que manipulan la mente de sus adherentes y los llevan a acciones antinaturales y de suicido como se ha visto en varios casos en años recientes.

¿En qué consiste la identidad católica?

  1. La Iglesia Católica fortalece su unidad y resuelve diferencias de opiniones doctrinales en los Concilios Ecuménicos, según el modelo de Hechos 15. Los Concilios no deciden simplemente por presión de la mayoría, sino teniendo en cuenta lo que la Iglesia ha creído siempre y en todas partes, basándose en la enseñanza y práctica de Jesucristo, de sus Apóstoles y sucesores más antiguos.
  2. La Iglesia Católica respeta la autoridad del sucesor de Pedro en materia de fe y disciplina y da importancia central a la caridad y a la Eucaristía. Ciertas prohibiciones de comidas están suprimidas en el Nuevo Testamento (Gál. 4, 3-11; 5, 1-5; Col 2, 16; Heb. 13, 9). Los primeros cristianos cambiaron el sábado (del hebreo «shabat», reposo) por el primer día de la semana, que llamaron Domingo (del latín «Domini dies», día del Señor), en el cual empezaron a celebrar la muerte y Resurrección de Jesús representada en la Ultima Cena (Lc. 22, 14- 20; Hech. 20, 7). El mismo Jesús daba más importancia al amor al prójimo que a los ayunos y al sábado (ver Mc. 2, 18-22).
  3. La Iglesia Católica tributa devoción, sin adoración a María, a los santos y a los ángeles. Adorar es reconocer a Dios como creador, salvador y santificador. Los católicos reconocemos como Dios solamente al Padre, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo. Por ignorancia, los evangélicos acusan erróneamente a la Iglesia de adorar a la Virgen María, a los santos y a los ángeles. Los católicos vemos en María y demás santos a cristianos cercanos a nosotros, que nos muestran como seguir a Jesús y que ruegan a Dios por nosotros. Ellos nos ayudan a alcanzar la santificación que consiste en la plena unión con Dios y en el amor al prójimo. Sólo a Dios pedimos que tenga piedad de nosotros.
  4. La fe católica acepta y practica la doctrina social de la Iglesia. Los obispos unidos al Papa aplican las enseñanzas bíblicas a las relaciones sociales, ya para una época, ya para un continente o país, en favor de la liberación de los pobres y oprimidos. Ciertos cristianos acusan a los obispos de meterse en política. Si bien los obispos no pueden usar su cargo en favor de un partido político, deben exigir a todas las autoridades un uso correcto del poder que viene de Dios para servir al bien común.
  5. En el Credo aprobado en los Concilios de Nicea y de Constantinopla, mucho antes de la separación de las grandes Iglesias cristianas actuales, se resume la identidad de la verdadera Iglesia diciendo que es Una (unida en su fe y disciplina), Santa (en su fundador y en su meta, aunque incluye pecadores, aun en sus miembros. Católica (o abierta a todos) y Apostólica (derivada de los Apóstoles y dedicada al apostolado).

Algunas consecuencias prácticas:

  • Las Sociedades Bíblicas Unidas se dedican a traducir la Biblia desde los originales hebreo, arameo y griego y a editarla barata, gracias a donaciones.
  • Las ediciones católicas le agregan notas o explicaciones para evitar interpretaciones que se aparten de la tradición original.
  • La Iglesia Católica mantiene contacto con las S. B. U. a través de la Federación Bíblica Católica. «La Biblia de Estudio» es una traducción de las S. B. U. con notas católicas, que incluye los libros deuterocanónicos.
  • Ni la Iglesia Católica ni las Sociedades Bíblicas aceptan la traducción de la Biblia de los Testigos de Jehová (editadas por la Watchtower Bible Association, o Asociación Bíblica Atalaya), porque adaptan la traducción a sus propias doctrinas, sin respetar los manuscritos más antiguos que se conservan en las lenguas originales.
  • La Iglesia Católica Ortodoxa que se separó de la Iglesia Católica en el siglo XI conserva la misma doctrina y tiene sacramentos válidos, pero no obedece al Papa aunque tiene cada vez mejores relaciones con la Iglesia Católica. Sin permiso, un católico no puede comulgar en la misa de ortodoxos ni tampoco recibir los sacramentos en sus iglesias, aunque reconocemos que sus sacramentos son válidos.
  • La Iglesia Anglicana, que en Estados Unidos tomó el nombre de Iglesia Presbiteriana, se originó cuando Enrique VIII, al no obtener su divorcio con Ana Bolena en el siglo XVI, se proclamó jefe de la Iglesia de Inglaterra, martirizó a los obispos fieles al Papa y ordenó obispos favorables a él, además de aceptar a otros que se separaron del Papa. La Iglesia Católica reconoce sólo sacerdotes ordenados por obispos legítimos. Con los anglicanos tenemos casi la misma doctrina pero aún no podemos compartir los sacramentos. Hemos de orar a Dios para que pronto se produzca la anhelada unión.
  • La Iglesia Evangélica Luterana se separó de la Iglesia Católica cuando Martín Lutero protestó contra la venta de indulgencias que hacían Julio II y León X para construir la basílica de San Pedro en el cerro Vaticano de Roma, y negó obediencia al Papa. Conservó los sacramentos de bautismo y eucaristía, sin dar a ésta gran importancia; afirmó que para salvarse basta la sola fe sin las obras buenas y que la fe consiste en aceptar la sola Escritura sin hacer caso de la Tradición. Los protestantes fueron invitados al Concilio de Trento, pero se retiraron en la primera sesión al ver el predominio de la obediencia al Papa y a la Tradición. Los protestantes niegan obediencia al Papa, y afirman la salvación por la sola fe (sin las buenas obras mandadas por Jesucristo: ver Mt. 7, 26; Lc 11, 27) y basada en la sola Biblia (sin la Tradición). Cada protestante interpreta la Biblia a su modo, generalmente en forma literal o fundamentalista, otras veces en forma muy liberal y hasta racionalista, sin contar con un Magisterio público, como el que existe en la Iglesia Católica. Y como dicen que cada fiel se guía por el Espíritu Santo para interpretar la Biblia, las Iglesias protestantes se dividen y subdividen por razones doctrinales y también por cuestiones personales entre los distintos pastores.
  • Las Iglesias Pentecostales son movimientos fervorosos que se originan de reavivamientos espirituales que atribuyen al Espíritu Santo. Hacen una interpretación protestante de la Biblia, agregan la predicación callejera, el pago del diezmo a su pastor, lo que les permite multiplicar sus capillas, y la oración con mucha emoción y expresión corporal, especialmente por los enfermos. A veces logran sanaciones con las cuales reafirman su fe en el poder de Dios, como si este poder sólo estuviera en su Iglesia. Cada Iglesia pentecostal es independiente.
Un católico tiene muchos más medios de salvación que un evangelico o protestante, pero ambos se pueden salvar, si cumplen sinceramente con lo que manda su conciencia ( Rom. 2, 12- 24).

El primado de Pedro

  • Un católico debe aceptar y adherir a la Iglesia Católica que Jesús fundó. Aceptar a Jesús y renegar de la Iglesia Católica es prácticamente separar aquello que Dios ha unido y arrancar la cabeza del cuerpo.
  • La Iglesia Católica, a la que tenemos la dicha de pertenecer, es la única fundada por Cristo hace ya casi dos mil años, la única que ha llegado a nosotros sin ninguna interrupción en la sucesión apostólica, la única que nos ofrece la plenitud de los medios de salvación dejados por el mismo Jesús.
  • La Iglesia Católica es la única fundada sobre Pedro cuando Jesús le dijo:
«Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo» (Mt. 16, 19).
P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá

TEMA 33: ¿Podemos orar por los difuntos?

Queridos hermanos:

Les voy a contar un caso que me sucedió hace algún tiempo:

Un día se murió un amigo mío que en cuanto a religión no era ni chicha ni limonada, unas veces iba a misa y otras iba al culto de los evangélicos.

Cuando murió, los evangélicos lo velaron con muchos cantos y alabanzas, y al día siguiente lo llevaron al cementerio.

Como era amigo mío, quise ir al cementerio a orar por él. Una vez allá, le pregunté al pastor, si me dejaba hacerle un responso, y me contestó: «El finado era oveja de nuestro rebaño y nosotros no les rezamos a los muertos porque a estas alturas de nada le sirven las oraciones». Total que no me permitieron rezarle el responso y tuve que contentarme con orar en silencio.

Esta anécdota nos da pie para preguntarnos:

  • ¿Podemos orar por los difuntos?
  • ¿Les sirven nuestras oraciones?
  • ¿Cuál es la doctrina católica y la evangélica al respecto?

La Doctrina católica

  • La Biblia nos dice que después de la muerte viene el juicio: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego viene el juicio» (Hebr. 9, 27).
  • Después de la muerte viene el juicio particular donde «cada uno recibe conforme a lo que hizo durante su vida mortal» (2 Cor. 5, 10).
  • Al fin del mundo tendrá lugar el «juicio universal» en el que Cristo vendrá en gloria y majestad a juzgar a los pueblos y naciones.
  • Es doctrina católica que en el juicio particular se destina a cada persona a una de estas tres opciones: Cielo, Purgatorio o Infierno.
Las personas que en vida hayan aceptado y correspondido al ofrecimiento de salvación que Dios nos hace y se hayan convertido a El, y que al morir se encuentren libres de todo pecado, se salvan. Es decir, van directamente al Cielo, a reunirse con el Señor y comienzan una vida de gozo indescriptible «Bienaventurados los limpios de corazón -dice Jesús- porque ellos verán a Dios» (Mt. 5, 8).

Quienes hayan rechazado el ofrecimiento de salvación que Dios hace a todo mortal, o no se convirtieron mientras su alma estaba en el cuerpo, recibirán lo que ellos eligieron: el Infierno, donde estarán separados de Dios por toda la eternidad.

Y finalmente, los que en vida hayan servido al Señor pero que al morir no estén aún plenamente purificados de sus pecados, irán al Purgatorio. Allá Dios, en su misericordia infinita, purificará sus almas y, una vez limpios, podrán entrar en el Cielo, ya que no es posible que nada manchado por el pecado entre en la gloria: «Nada impuro entrará en ella (en la Nueva Jerusalén)» (Ap. 21, 27).

Aquí surge espontánea una pregunta cuya respuesta es muy iluminadora:

  • ¿Para qué estamos en este mundo? Estamos en este mundo para conocer, amar y servir a Dios y, mediante esto, salvar nuestra alma. Dios nos coloca en este mundo para que colaboremos con El en la obra de la creación, siendo cuidadores de este «jardín terrenal» y para que cuidemos también de los hombres nuestros hermanos, especialmente de aquellos que quizás no han recibido tantos dones y «talentos» como nosotros. Este es el fin de la vida de cada hombre: Amar a Dios sobre todas las cosas y salvar nuestra alma por toda la eternidad.

¿Qué acontece, entonces, con los que mueren?

  • Ya lo dijimos: Los que mueren en gracia de Dios se salvan. Van derechamente al cielo.
  • Los que rechazan a Dios como Creador y a Jesús como Salvador durante esta vida y mueren en pecado mortal se condenan. También aquí la respuesta es clara y coincidente entre católicos y evangélicos.

Pero, ¿qué ocurre con los que mueren en pecado venial o que no han satisfecho plenamente por sus pecados?

  • Ahí está la diferencia entre católicos y evangélicos. Los católicos creemos en el Purgatorio. Según nuestra fe católica, el Purgatorio es el lugar o estado por medio del cual, en atención a los méritos de Cristo, se purifican las almas de los que han muerto en gracia de Dios, pero que aún no han satisfecho plenamente por sus pecados. El Purgatorio no es un estado definitivo sino temporal. Y van allá sólo aquellos que al morir no están plenamente purificados de las impurezas del pecado, ya que en el cielo no puede entrar nada que sea manchado o pecaminoso.

Ahora bien, según los evangélicos no hay Purgatorio porque no figura en la Biblia y Cristo salva a todos, menos a los que se condenan.

Para nosotros, los católicos hay Purgatorio y en cuanto a su duración podemos decir que después que venga Jesús por segunda vez y se ponga fin a la historia de la humanidad, el Purgatorio dejará de existir y sólo habrá Cielo e Infierno.

Por consiguiente:

  • Según nuestra fe católica, se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y Misas por los muertos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina.
  • Los evangélicos insisten en que la palabra «Purgatorio» es una pura invención de los católicos y que ni siquiera este nombre se halla en la Biblia.
  • Nosotros argumentamos que tampoco está en la Biblia la palabra «Encarnación» y, sin embargo, todos creemos en ella. Tampoco está la palabra «Trinidad» y todos, católicos y evangélicos, creemos en este misterio. Por tanto, su argumentación no prueba nada.

¿En definitiva, el porqué de esta diferencia es muy sencillo?

  • Ellos sólo admiten la Biblia.
  • En cambio para nosotros, los católicos, la Biblia no es la única fuente de revelación. Nosotros tenemos la Biblia y la Tradición.
    • Es decir, si una verdad se ha creído en forma sostenida e ininterrumpida desde Jesucristo hasta nuestros días es que es dogma de fe y porque el Pueblo de Dios en su totalidad no puede equivocarse en materia de fe porque el Señor ha comprometido su asistencia. Es el mismo caso de la Asunción de la Virgen a los cielos, que si bien no está en la Biblia, la Tradición cristiana la ha creído y celebrado desde los primeros tiempos, por lo que se convierte en un dogma de fe. Además esto lo ha reafirmado la doctrina del Magisterio durante los dos mil de fe de la Iglesia Católica.

La Tradición de la Iglesia Católica

  • La Tradición constante de la Iglesia, que se remonta a los primeros años del cristianismo, confirma la fe en el Purgatorio y la conveniencia de orar por nuestros difuntos.
  • San Agustín, por ejemplo, decía: «Una lágrima se evapora, una rosa se marchita, sólo la oración llega hasta Dios».
  • Además, el mismo Jesús dice que «aquel que peca contra el Espíritu Santo, no alcanzará el perdón de su pecado ni en este mundo ni en el otro» (Mt. 12, 32).
  • Eso revela claramente que alguna expiación del pecado tiene que haber después de la muerte y eso es lo que llamamos el Purgatorio.
  • En consecuencia, después de la muerte hay Purgatorio y hay purificación de los pecados veniales.

El Apóstol Pablo dice, además, que en el día del juicio la obra de cada hombre será probada.

  • Esta prueba ocurrirá después de la muerte: «El fuego probará la obra de cada cual. Si su obra resiste al fuego, será premiado, pero si esta obra se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará pero como quien pasa por el fuego» (1 Cor. 3, 15).

    1. La frase: «tendrá que pagar» no se puede referir a la condena del Infierno, ya que de ahí nadie puede salir.
    2. Tampoco puede significar el Cielo, ya que allá no hay ningún sufrimiento.
    3. Sólo la doctrina y la creencia en el Purgatorio explican y aclaran este pasaje.
    4. Pero, además, en la Biblia se demuestra que ya en el Antiguo Testamento, Israel oró por los difuntos. Así lo explica el Libro II de los Macabeos (12, 42-46), donde se dice que Judas Macabeo, después del combate oró por los combatientes muertos en la batalla para que fueran liberados de sus pecados. Dice así: «Y rezaron al Señor para que perdonara totalmente de sus pecados a los compañeros muertos».
    5. Y también en 2 Timoteo 1, 1-18, San Pablo dice refiriéndose a Onesíforo: «El Señor le conceda que alcance misericordia en aquel día».

Resumiendo:

  • Entonces, digamos que con nuestras oraciones podemos ayudar a los que están en el Purgatorio para que pronto puedan verse libres de sus sufrimiento y ver a Dios.
  • No obstante, como que en la práctica, cuando muere una persona, no sabemos si se salva o se condena, debemos orar siempre por los difuntos, porque podrían necesitar de nuestra oración. Y si ellos no la necesitan, le servirá a otras personas, ya que en virtud de la Comunión de los Santos existe una comunicación de bienes espirituales entre vivos y difuntos. Esto explica aquella costumbre popular de orar «por el alma más necesitada del Purgatorio».

Las catacumbas

  • En las catacumbas o cementerios de los primeros cristianos, hay aún esculpidas muchas oraciones primitivas, lo que demuestra que los cristianos de los primeros siglos ya oraban por sus muertos.
  • Del siglo II es esta inscripción: «Oh Señor, que estás sentado a la derecha del Padre, recibe el alma de Nectario, Alejandro y Pompeyo y proporciónales algún alivio».
  • Tertuliano (
  • año 160-222) dice: «Cada día hacemos oblaciones por los difuntos».
  • San Juan Crisóstomo (344-407) dice: «No en vano los Apóstoles introdujeron la conmemoración de los difuntos en la celebración de los sagrados misterios. Sabían ellos que esas almas obtendrían de esta fiesta gran provecho y gran utilidad» (Homilía a Filipo, Nro. 4).

Amigos y hermanos míos, creo que les quedará bien claro este punto tan importante de nuestra fe:

  • Quien se profese católico no sólo puede sino que debe orar por sus difuntos

Y aquí cabe una pregunta:

  • ¿Cómo queremos que nos recuerden nuestros amigos y familiares cuando nos muramos, con o sin oración?

Por lo menos entre los católicos:

  • Todos dirán que su deseo es que oren por ellos y que se les recuerde con la Santa Misa, porque aunque un católico muera con todos los sacramentos, siempre puede quedar en su alma alguna mancha de pecado y por eso conviene orar por ellos. Este es el sentir de la Iglesia Católica desde sus comienzos.

En lo que se refiere al Purgatorio:

  • Hay que agregar que no es como una segunda oportunidad para que la persona establezca una recta relación con Dios. La conversión y el arrepentimiento deben darse en esta vida.

Los católicos:

  • Pues, no nos contentamos solamente con cantar alabanzas y glorificar a Dios, sino que elevamos plegarias a Dios y a la Santísima Virgen por nuestros difuntos y con más razón en los días inmediatos a su muerte.

La oración por los difuntos

  • Los primeros misioneros que evangelizaron América introdujeron la costumbre, que aún perdura en algunos lugares, de reunirse y hacer un velorio que se prolonga por una semana o nueve días.
  • Se reza aún una Novena en la que los familiares se congregan para acompañar a los deudos y ofrecen a Dios oraciones por el difunto.
  • También la Iglesia, desde tiempo inmemorial, introdujo la costumbre de celebrar el día 2 de Noviembre dedicado a los difuntos, día en el que los católicos vamos a los cementerios y, junto con llevar flores, elevamos una oración por nuestros seres queridos.

Los evangélicos:

  • Por lo general, sólo alaban a Dios por los favores que Dios le concedió al difunto.
  • Pocas son las sectas que oran por ellos.
  • En materia doctrinal, hay mucha variedad entre una secta y otra, ya que, como interpretan la Biblia según su libre albedrío, cada iglesia y cada persona tienen su propio criterio.

En cambio, entre los católicos

  • Sabemos que cualquier texto de la Escritura no debe ser objeto de interpretación personal, sino que la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo. Quien nos revela a través de sus pastores el verdadero sentido de cada texto. Y en este sentido, el Papa es el garante la verdad revelada, es decir, del depósito de la Fe. Así, el Papa nos confirma en que nuestra Fe es la misma de los primeros cristianos, y la misma que perdurará hasta el fin de los tiempos.

Digamos, para terminar:

  • Que los católicos no sólo podemos orar por los difuntos, sino que éste es un deber cristiano que obliga, especialmente, a los familiares y a los amigos más cercanos.
  • Orar por los vivos y por los difuntos es una obra de misericordia. De la misma manera que ayudaríamos en vida a sus cuerpos enfermos, así, después de muertos, debemos apiadarnos de ellos rezando por el descanso eterno de sus almas.
  • Ente los católicos la tradición es orar por los difuntos y en lo posible celebrar la Santa Misa por su eterno descanso.
  • Dice la Liturgia: "dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna"
  • Y san Agustín dijo:"Una lágrima se evapora, una flor se marchita, sólo la oración llega al trono de Dios".
P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá

TEMA 32: ¿Son iguales todas las religiones?

Queridos hermanos:

En estos últimos años hemos presenciado un gran crecimiento de las sectas en toda América Latina.
¿Responde esto a un crecimiento normal de las religiones? Creemos que no.
Creemos que en gran parte ello obedece a un plan fríamente elaborado para destruir o debilitar la Iglesia Católica y su influencia en cada región.
Algunas de estas sectas son financiadas por los grandes grupos económicos de EE. UU, verdaderas transnacionales proselitistas que invierten millones en propaganda, vendiendo o distribuyendo revistas, libros y folletos.
Pasan de casa en casa, invitan a personas poco iniciadas en la Biblia y bajo pretexto de orar con ellos les arrebatan su mayor tesoro que es la fe católica.
Por eso no podemos permanecer pasivos ante esta realidad y vamos a dar aquí un vistazo a algunas de las principales sectas o religiones que vemos a nuestro alrededor, no con el afán de polemizar, sino con el único objetivo de dar una orientación a quienes la necesitan. Por lo demás, todo el mundo tiene derecho a saber quién es quién.

Digamos primero que Jesús quiere una sola Iglesia.
  • Esto es precisamente lo que El le pidió al Padre en su oración sacerdotal: «Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti» (Jn. 17, 21). Y si Cristo quiso la unidad de todos sus seguidores ¿qué podemos pensar de los que siembran la división? ¿Qué podemos pensar de aquellos que, con el correr de los siglos, han querido enmendar la página al Señor creando nuevas religiones? ¿No será que con esta actitud entorpecen el plan de Dios y en lugar de construir la unidad colaboran a la división?

Conozcamos algunas de estas denominaciones:

LOS TESTIGOS DE JEHOVA
  • Nacieron en Estados Unidos hace poco más de cien años.
  • Su fundador es Carlos Taze Russell,
  • Hijo de presbiterianos.
  • Niegan la Santísima Trinidad
  • Dicen que Cristo, antes de ser hombre, era el arcángel San Miguel.
  • Alteran los textos bíblicos a su capricho.
  • Dicen que Jesús no murió en una cruz sino en un palo y que resucitó sólo como criatura espiritual.
  • Para ellos todas las religiones, fuera de la suya, son satánicas,
  • Sostienen que Dios castigará a todos los que no han querido entrar en su secta.
  • Prohíben la transfusión de sangre.
  • Consideran que la Iglesia Católica está corrompida y que es la Babilona moderna.

Sin embargo:

Esto sólo se explica por la gran ignorancia religiosa en que viven muchas personas.

  • Y lo peor es que los católicos que se cambian, después despotrican contra la Iglesia Católica, renegando de ella, y a veces dicen: «Yo cuando era católico tomaba y le pegaba a mi señora... Pero desde que soy Testigo de Jehová llevo una vida ordenada».
  • Lo que llama la atención es que, a pesar de este cúmulo de errores, muchos católicos se dejan fascinar por su «supuesto» amor a la Biblia y los siguen.
  • En realidad nunca conocieron ni vivieron a fondo su fe católica.
  • Nosotros les decimos que no es necesario cambiarse de religión para dejar el trago o para no pegarle a la mujer. Basta ser consecuente con su fe católica y punto.
  • Decimos que Jesús fundó una sola Iglesia sobre el Apóstol Pedro y no autorizó
    a nadie para que fundara otras iglesias. Jesús dijo a Pedro: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». (Porfavor lea el texto nuevamente, dice mis o mi Iglesia)

LOS MORMONES

  • Su fundador es José Smith,
  • Nacido en Vermont, EE. UU.
  • A la edad de 15 años recibió unas revelaciones que le anunciaron que todas las iglesias cristianas estaban corrompidas y que él debía organizar la verdadera Iglesia de Cristo.
  • Su secreto está en un libro que, según él, en 1823 le entregó el ángel Moroni. Se trataría de un libro escrito en planchas de oro en el que hay una relación de los antiguos habitantes del continente americano que habrían llegado a EE. UU después de la destrucción de la torre de Babel.
  • En este libro estaría la plenitud del Evangelio comunicado a ellos por el mismo Cristo, que también viajó a Estados Unidos después de su Resurrección.
  • En 1830 esta iglesia recibió el nombre de «Iglesia de los Santos de los Ultimos Días».
  • Para ellos, Cristo fue engendrado carnalmente de Dios Padre.
  • La Biblia y el libro de Mormón son su única norma de fe,
  • Sólo aceptan «su» Biblia, porque las demás, según ellos, estarían mal traducidas.
  • Además la Biblia tiene que complementarse con el libro de Mormón.
  • Tienen sólo dos sacramentos: el bautismo por inmersión y la santa cena con pan y agua.
  • Bautizan a los muertos y en su trabajo misionero siempre van de a dos.

Sin embargo:

  • El hombre latinoamericano, que es educado y acogedor, fácilmente los hace entrar en su casa pero después no se los puede sacar de encima.
  • Insisten de una y otra manera en que uno deje su fe católica y pase a ser mormón.
  • Y no pocas veces tratan de convencer a la gente dándoles regalos, dólares y promesas y, por supuesto, algunos quedan enredados en sus redes.
  • ¿Por qué han progresado tanto los mormones en estos últimos años? Hay una razón política que es bueno que todos conozcan.
  • Hace unos treinta años Rockefeller, después de recorrer casi todos los países de América Latina, informó al Congreso de EE. UU. que había que contrarrestar la labor de la Iglesia Católica, la que, al despertar en los pueblos la conciencia de su dignidad, se constituía en la principal fuerza opositora a los intereses de Estados Unidos en América Latina y, en consecuencia, había que anularla o dividirla hasta donde fuera posible. Entonces, el Congreso programó un sucesivo y creciente envío de misioneros mormones para debilitar la unidad de la Iglesia Católica y destinó millones de dólares para que se contruyeran templos mormones en toda América Latina.
  • También en sus visitas domiciliarias los mormones ofrecen dólares y viajes a EE. UU. para que la gente se cambie a su religión y algunos, ante la tentación del lucro o porque pasan necesidad, sucumben y se hacen mormones.
  • Los mormones son una religión sin base teológica seria, y su «historia» más bien parece un cuento de ciencia ficción, porque ¿en qué pruebas científicas basan su planteamiento?
  • Sin embargo, tienen algunas cosas muy positivas: son buenos organizadores y tienen muchos colegios, cooperativas y granjas.
  • Es una lástima que su base religiosa sea tan pobre y que deformen tanto la Biblia.
  • Tanto los católicos como la mayoría de las iglesias cristianas protestantes los rechazan como no cristianos, porque niegan la divinidad de Jesucristo. Por lo tanto, no podrían llamarse sectas, sino que son una «religión» sin referencia a Jesús ya que no creen en su divinidad.
  • Muchos católicos llaman a los Mormones la religión del dólar, porque con el dólar hacen cualquier cantidad de ofertas para ganar adeptos.

LOS PENTECOSTALES

  • Son los que más han crecido en estos últimos años en toda América Latina.
  • Más del 63 por ciento de todos los protestantes de América Latina son pentecostales.
  • Hay muchas razones por las que nuestro pueblo se siente a gusto con ellos: la alegría, los cantos, la curación y la fraternidad.
  • Se caracterizan porque son cerrados, por su fanático proselitismo y sus ataques contra la Iglesia Católica.
  • Los movimientos pentecostales hoy son numerosos y abarcan más de 30 millones de adherentes en América Latina.
  • Al principio rechazaron toda organización, pero pronto la necesidad los obligó a agruparse. De ello nacieron las Asambleas de Dios que también están extendidas por toda América Latina.
  • El nombre «Pentecostal» ya indica la gran importancia que estos grupos dan al acontecimiento siempre actual de Pentecostés, el que se actualiza en el Bautismo llamado del Espíritu Santo.
  • El movimiento pentecostal nace como una respuesta a un anhelo de renovación espiritual que estaba latente, tanto en la mente de los pastores como de los fieles de algunas iglesias tradicionales. La Iglesia tenía que renovarse de nuevo con el fuego de Pentecostés. Fieles y pastores invocan repetidamente al Espíritu Santo, piden a Cristo que envíe de nuevo al Espíritu, y comienzan a sentirse renovados, llenos de entusiasmo, de calor, hablan en lenguas y efectúan curaciones.
  • Los Pentecostales tienen en común con nosotros los Católicos que creen en el misterio de la Santísima Trinidad y también creen en la divinidad de Cristo el único Salvador. Pero no aceptan la Tradición.
  • Para ellos la Biblia es la única fuente de revelación dejada por Dios al mundo. Su bautismo es por inmersión y el lavado de su cuerpo en el agua pura es un símbolo externo de purificación.

EL EJERCITO DE SALVACION

  • Esta secta tiene una serie de elementos que lo asemejan a un ejército mundano: uniforme militar, grados militares, una fuerte disciplina y son realmente un ejército de paz en favor de los marginados.
  • Mantienen muchas obras sociales. Su divisa es «sangre y fuego». Sangre de Cristo y fuego del Espíritu.
  • Nacieron en 1865, en Inglaterra, y su fundador es Guillermo Booth.
  • Tienen multitud de obras sociales: maternidades, asilos, dispensarios, centros de drogadictos, centros de rehabilitación de alcohólicos etc.
  • Se les reprocha el no atacar la pobreza de raíz y de no atacar las causas que la originan.
  • Su objetivo es extender el protestantismo y se inspiran en la doctrina protestante.
  • Predican la justificación por la sola fe, la sumisión a la Palabra del Señor, y su conversión personal se demuestra con el testimonio misionero.
  • Se reúnen en las calles con sus bandas «militares» y así atraen a la gente y ofrecen servicios religiosos de predicación de la Palabra y cantos.

FINALMENTE:

  • En todas las religiones hay elementos positivos y negativos, hay gracia y santidad, pero tiene que quedar muy claro que la plenitud de la gracia y de los medios de santificación dejados por Cristo a su Iglesia se hallan únicamente en la Iglesia Católica fundada por Jesús.
  • Dice el Concilio que cometería un grave error quien, consciente de ello, la desconociera, es decir, se cambiara de religión. El Concilio reafirma que la Iglesia fundada por Jesús se reconoce hoy solamente en la Iglesia Católica.
  • Todas las sectas, sin excepción, rechazan la sumisión al Papa. Sólo la Iglesia Católica acepta su autoridad y este es su sello característico.
  • Es también muy revelador observar que todas las religiones cristianas son relativamente nuevas, es decir, de estos últimos 500 años.
  • Ahora bien, la verdadera Iglesia tiene que conectar con Cristo que vivió hace 2.000 años. ¿Dónde estaban estas religiones en los 1500 años de vida de la Iglesia católica? ¿Dónde estaban ellos cuando Jesús nació en Belén? ¿Dónde estaban cuando Jesús murió y resucitó? ¿Dónde estaban cuando la Iglesia Católica sufría las terribles persecuciones de los primeros siglos? ¿Se habrán condenado todos los que nacieron antes que se fundara su religión?
  • Para nosotros queda muy claro, que la Iglesia Católica -y sólo la Iglesia Católica- es la única Iglesia fundada por Cristo. La única que proviene del mismo Cristo, la única que ha mantenido la sucesión apostólica sin interrupción y la única que por medio de los Apóstoles entronca con Cristo.

P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá

TEMA 31: La contribución a la Iglesia

Queridos hermanos:

Hoy vamos a conversar un poco sobre nuestra contribución material a la Iglesia. Y, aunque a primera vista este tema aparezca un poco ajeno a lo que estamos tratando, en realidad no es así, sino que, en realidad, condiciona la misión de la Iglesia.

Efectivamente, Nuestro Señor Jesucristo antes de subir al cielo dijo a sus discípulos estas hermosas palabras: «Vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt. 28, 19)
Lo primero que percibimos en las palabras de Jesús es que aquí hay un mandato:

Anunciar y propagar la Buena Nueva a través de todo el mundo.

Ello se hace con la dedicación y esfuerzo del Papa, de los obispos y sacerdotes, de los catequistas, de los misioneros y de todos los que son consecuentes con su bautismo. Cada cristiano, en razón de su bautismo, está llamado a cooperar a la hermosa tarea de Evangelización que Jesús nos dejó.

Pero para cumplir con este mandato, además de recursos humanos y de la gracia del Espíritu Santo, se necesitan también recursos materiales. Es necesario preparar personal, construir seminarios, locales para reuniones, templos, parroquias, capillas, obras de caridad, etc. No podemos evangelizar sin contar con los medios necesarios para el apostolado. No debemos «tentar a Dios» pensando que El va a arreglar todo milagrosamente.

El refrán dice: «A Dios rogando y con el mazo dando». Dios nos ha dado manos y la inteligencia para solucionar los problemas que se presentan en el camino. De ahí la necesidad de que todos los bautizados cooperen también materialmente a la extensión del Reino.

Y ¿En qué se fundamenta esta obligación?
Este deber tiene, por supuesto, un fundamento bíblico.
En el ANTIGUO TESTAMENTO:
  • Moisés en el Deuteronomio muestra el profundo sentido del diezmo o primicia, que nació como una forma de agradecer a Dios por todos los dones recibidos (Deut. 12, 6-9 y 14, 22-28).

En el NUEVO TESTAMENTO:

  • Jesús es presentado al templo y hace su ofrenda (Lc. 2, 24).
  • Jesús paga el impuesto al templo (Mt. 17, 24-27).
  • Jesús elogia a la pobre viuda (Lc. 21, 1-4).
  • Jesús necesita y pide cinco peces y dos panes (Jn. 6, 9).

En la Iglesia primitiva

  • En la primera comunidad los cristianos compartían todo (Hch. 2, 42).
  • San Pablo pide a los Romanos una colecta para gastos de viaje (Rom. 15, 24).
  • Además, la comunión de bienes materiales es signo de la comunión en la fe y en el amor. Y al ofrecer dinero, uno se ofrece a sí mismo (2 Cor. 8, 5).

¿Cumple el cristiano con esto dando una limosna?

  • A veces los cristianos colaboran con la Iglesia dando una limosna en la Misa, en las Campañas de Cuaresma o con motivo de una colecta especial. Sin duda que esto es bueno y hay que hacerlo, pero ninguna de estas colaboraciones dispensa del compromiso mensual del cristiano con su Parroquia.

¿Cuál es la situación real de los católicos en nuestro país?

  • En nuestro país el porcentaje de católicos comprometidos con su iglesia es muy bajo. Esta situación, de por sí, ya revela una gran falta de madurez. Sólo gracias a la generosidad de otras Iglesias extranjeras se pueden mantener las obras de la Iglesia. Pero esta dependencia es incompatible con la condición de una Iglesia adulta. Tenemos que comprometernos.

¿A qué nos llama hoy la Iglesia?

  • La Iglesia nos llama a asumir este compromiso con sentido misionero. Algunos, pocos, ya lo hacen, y lo cumplen sagradamente todos los meses. Sigan cooperando sabiendo «que Dios ama al que da con alegría» (2 Cor. 9,7).
  • A quienes todavía no se han inscrito, la Iglesia los invita a hacerlo cuanto antes. Si usted es uno de ellos, vaya a su parroquia, pregunte e intégrese al grupo de cristianos comprometidos. No lo deje para otro día.

Asuma el compromiso en familia

  • ¡Qué hermoso es cuando el papá o la mamá conversan sobre esto con sus hijos, los educan en este compromiso y mes a mes van cumpliendo generosamente con este deber! Ahí sí que experimentan el gozo y la alegría de ser cristianos.

¿Por qué hay tantos católicos pasivos en nuestra Iglesia?

  • ¿Por qué entre los católicos hay tan poca conciencia de pertenecer a la Iglesia?
  • Sin duda por la falta de compromiso en lo económico.

¿Y por qué avanzan tanto las sectas?

  • En parte porque son sumamente exigentes en este punto. Es frecuente que un católico que nunca ha colaborado económicamente con su Iglesia, se pasan a las sectas e inmediatamente se compromete a pagar el diezmo.

Piense, además, cuántos misioneros laicos y sacerdotes se comprometen de por vida con el Señor.

Pregúntese:

  • ¿Hasta dónde llega mi compromiso con Cristo?
  • ¿Soy de los que tan sólo me gusta recibir en la Iglesia, o soy de los que están prontos a cooperar, siquiera con un granito de arena para que la causa del Reino siga avanzando?

Herrmano mío. Si todos cumplimos, la obra del Reino irá creciendo de día en día y nuestra Iglesia irá avanzando. Si no cumplimos, algo quedará por hacer.

Finalmente una pregunta:

  • ¿Cómo quisiera ver usted a su Iglesia?
  • ¿La quiere ver hermosa, sin mancha ni arruga, y que avance cada día?

Inscríbase hoy mismo como contribuyente y sentirá que también usted es parte de la Iglesia.

Resumiendo:

  • Desde el momento en que un católico coopera con su Iglesia ya está trabajando por extender el Reino. Y al contrario, quien pudiendo no colabora, está frenando la acción misionera de su Iglesia.

El verdadero católico colabora con su Iglesia.

  • El que es católico a su manera sólo quiere recibir de su Iglesia, pero nunca está dispuesto a cooperar.

Piénselo bien: Dios nos da la vida, la salud, el tiempo...

  • Y nos pide tan poco. Unas miguitas que, sumadas a las de otros cristianos, harán posible el crecimiento del Reino.
  • Si usted colabora activamente podrá decir con orgullo: Yo soy socio de mi Iglesia. Yo también soy misionero y ayudo con lo que puedo.
  • Ahora bien, si usted no tiene recursos o no tiene trabajo y es tan pobre que no puede cooperar, no se haga problema. Dios ve su buena voluntad.

P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá

TEMA 30 Visión de los católicos y de los evangélicos sobre la Iglesia

Queridos hermanos católicos:

Nuestros hermanos evangélicos nos dicen muchas veces: Sólo Cristo salva, la Iglesia no salva.

Es decir, los hermanos evangélicos aceptan solamente la fe en Jesucristo y su Palabra y no aceptan que la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, fue instituida por El mismo y es mediante ella que Cristo quiere salvar a los hombres.

Esta enseñanza de los evangélicos es muy atractiva y tentadora, porque simplifica bastante la religión: basta tener fe en Jesucristo y en su Palabra y uno se salva; no necesita nada de Iglesia ni de sacramentos, nada de Jerarquía ni menos de obediencia al Papa.


Nosotros los católicos debemos preguntarnos muy en serio si este concepto evangélico acerca de la Iglesia es correcto o no, o es sólo una verdad a medias.
En esta carta trataré de exponer las dos visiones de Iglesia:
  1. La de los católicos y
  2. La de los evangélicos.

Creo sinceramente que éste es el punto clave de la triste situación entre los cristianos de hoy.

No es mi intención ofender a mis hermanos evangélicos. No es el gusto por discutir lo que me hace escribir esta carta, sino que es el amor por la verdad lo que me mueve a escribir estas palabras y sólo la verdad nos hará libres (Jn. 8, 32).

Cuando aquí hablo de los evangélicos, me refiero a los miembros de las distintas Iglesias que tienen su origen en la Reforma del siglo XVI.

Mientras nosotros los católicos hablamos de «las iglesias protestantes» (por su protesta contra la Iglesia católica), los protestantes prefieren hablar de «las iglesias evangélicas» o «los evangélicos», por su vuelta radical al Evangelio.

En general, todas las Iglesias evangélicas siguen el concepto de Iglesia que les
fue entregado por los grandes reformadores: Lutero, Calvino, Zwinglio. Por eso
es importante ver primero lo que pasó en el siglo XVI.

Pero antes de leer esta carta, les recomiendo que lean mi carta anterior: «¿Quiso Jesús una sola Iglesia?». Allí encontraremos una profunda reflexión bíblica acerca de la unión misteriosa entre Jesucristo y su Iglesia: Aquella meditación nos hace ver que aceptar a Cristo es también aceptar a su Iglesia.

Un poco de historia

  • Al terminar la Edad Media, la Iglesia Católica se encontraba en una triste situación religiosa y moral que alcanzaba hasta las más altas jerarquías eclesiásticas. Buscar honores, diversiones y dinero era la aspiración común entre la mayorías de los sacerdotes, obispos, cardenales y Papas. Y en la vida de los cristianos se manifestaron muchas prácticas y devociones religiosas muy dudosas.
  • La autoridad de la Iglesia no se comprendía ya como una autoridad divina, y la obediencia a la Iglesia no se entendía ya como un acto de Fe. El sentido profundo y misterioso de la Iglesia como Cuerpo de Cristo se oscureció. Es decir, la Iglesia como «Cuerpo Místico de Cristo» no funcionó más en la vida de los cristianos. Y la imagen exterior de la Iglesia, con sus grandes desviaciones humanas, se confundió con el misterio de la Iglesia.
  • La situación de la Iglesia de aquella época era fatal y llevó a Lutero, con su gran preocupación pastoral, a reformar y finalmente a romper con esta Iglesia. En el fondo Lutero rechazó un catolicismo que no era católico.

El concepto de Iglesia según los Evangélicos

Lutero y los reformadores niegan que Jesús quiso una Iglesia.Y para ellos la Iglesia no es una institución de salvación y de gracia. Ellos creen que es solamente por medio del Evangelio y de la Palabra que el Espíritu Santo provoca el acto de fe y realiza así la justificación (salvación) del hombre. Y la Iglesia tiene una función secundaria: ser «servidora de la Palabra».

Explicando el misterio de la Iglesia, Lutero hizo la famosa distinción entre «Iglesia espiritual» (Iglesia con mayúscula), Iglesia invisible y entre «iglesia visible» (iglesia con minúscula). Esta distinción sigue en la práctica viva hasta hoy entre los evangélicos.

1. La Iglesia espiritual (Iglesia con mayúscula).

  • Es una entidad invisible, escondida, interior y sin estructuras visibles, ni jerárquicas. Esta Iglesia escondida existe allí donde la Palabra de Dios es predicada y escuchada en toda su pureza. Es una realidad misteriosa e invisible, es la comunidad de fe (Iglesia «del Credo») que nació para la Palabra. Y, según ellos, todos los verdaderos creyentes que escucharon y aceptaron el Evangelio puro pertenecen a esta Iglesia. La Iglesia invisible es totalmente «una», nunca puede ser dividida y sólo Dios conoce sus miembros. La Iglesia espiritual es el Cuerpo de Cristo. Esta Iglesia escondida puede existir sin necesidad de una Iglesia visible.

2. La iglesia visible no es de institución divina y no tiene carácter absoluto con una autoridad divina y obligatoria.

  • Por supuesto que es necesaria una cierta organización y orden, pero la Iglesia en su forma externa es siempre relativa,
    puede caer en errores y ser infiel. La Iglesia visible no es de ninguna manera una realidad sobrenatural y misteriosa. Dice Lutero que ninguna frase de la Biblia está a favor de cualquier Iglesia visible. La Palabra de Dios es el único signo externo que hace confrontar al hombre con la comunidad espiritual. Y la función de la Iglesia visible es solamente ser «servidora de la Palabra».

Concluyendo, podemos decir que la Iglesia en la tierra, como comunidad de gracia y sobrenatural, es rechazada por los evangélicos. La justificación (salvación) llega al hombre por la Palabra, y no por la Iglesia.

3. Los sacramentos de la Iglesia se reducen al mínimo:

  • Al bautismo y a la cena del Señor. Pero no es verdad que la Iglesia por medio de los sacramentos produce un estado de gracia divino en el hombre. Los sacramentos únicamente tienen fuerza por la Palabra. Sólo son expresiones de fe, y no dan la gracia por ellos mismos sino por la fe. Los sacramentos no son de ninguna manera acciones de Cristo por medio de la Iglesia.

4. En cuanto al misterio de dirección de las comunidades, los evangélicos niegan el estado sacerdotal, porque dicen que los cristianos todos son sacerdotes.

  • No hacen falta intermediarios, ya que Dios salva al hombre directamente. Cada cristiano es sacerdote de sí mismo y Cristo lo es de todos. Por ello los evangélicos rechazan toda mediación de la Iglesia. Y si hay un ministerio en la Iglesia, este ministerio es sólo «una función» como otros servicios dentro de la Iglesia. El único y verdadero ministerio en la Iglesia se reduce a la predicación y al culto, pero no lo necesitan como un servicio a la unidad y menos como un ministerio sacerdotal de salvación.

El concepto católico de Iglesia

La Iglesia católica en su reflexión acerca del misterio de la Iglesia nunca ha hecho esta diferencia artificial entre «Iglesia espiritual» e «Iglesia visible». No hay ninguna indicación clara en la Biblia para hacer esta separación.

1. La Iglesia Católica siempre ha seguido la dinámica de la encarnación, es decir, el Verbo (Cristo) se ha hecho visible, se ha hecho carne y ha entrado en la historia de los hombres.

  • Esta encarnación de Cristo prosigue de modo renovado en la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo acá en la tierra (Mt. 16, 13-20). La Iglesia es la continuación de Cristo encarnado en este mundo. Por eso la Iglesia de Cristo es al mismo tiempo comunidad visible y comunidad espiritual; es al mismo tiempo comunidad jerárquica por institución divina y Cuerpo místico de Cristo. La Iglesia de Cristo es una sola realidad y tiene inseparablemente aspectos humanos y aspectos divinos y no son dos realidades distintas, como proclaman los evangélicos. Ahí está el misterio de la Iglesia que sólo la Fe puede aceptar.

2. La revelación divina no se limita a la Palabra escrita, sino que está en la Palabra escrita (la Biblia) y en la Tradición de la Iglesia, que ayuda a comprenderla y actualizarla a través de los tiempos.

  • La revelación divina abarca la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición: «Manténganse firmes guardando fielmente las tradiciones que les enseñaron de palabra o por escrito (2 Tes. 2, 15). Además la Iglesia de Cristo, guiada por el Espíritu Santo, es «columna de verdad» (1 Tim. 3, 15), capaz de «guardar el depósito de las sanas palabras recibidas de los apóstoles» (2 Tim. 1, 13). Es decir, que el depósito de la fe (1 Tim. 6, 20 y 2 Tim 3,. 12-14) fue confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia.

3. En la Iglesia de Cristo hay claramente aspectos objetivos creados por Dios y que de ninguna manera son creación humana.

  • Estas realidades creadas por Jesucristo, como el ministerio de la unidad, el ministerio de la verdad y la plenitud de la gracia en los sacramentos, son realidades divinas intocables e infalibles, y visibles aquí en la tierra. Son aspectos objetivos que encuentran su origen en la institución divina. La Iglesia Católica no duda que ella es la Iglesia fundada sobre la roca de Pedro, y que ella, con su Magisterio vivo y su enseñanza infalible, es la prolongación o encarnación de Cristo sobre la tierra. La Iglesia Católica es consciente de que con sus sacramentos, que son realmente acciones de Cristo, comunica la plenitud de la gracia. Yno puede ser de otra manera, porque ella existe por voluntad de Dios. Y esta Iglesia visible en la tierra es, al mismo tiempo, el Cuerpo Místico de Cristo.
  • Por supuesto que podemos distinguir en la Iglesia un aspecto divino y un aspecto humano. Pero cuando el católico habla de la Iglesia de Cristo, siempre se refiere a esta realidad divina y objetiva, que es intocable e infalible acá en la tierra. La Iglesia de Cristo no es de origen humano y tiene definitivamente un carácter sobrenatural. Y no podemos dudar de la autoridad divina que Cristo comunica por el Espíritu Santo a sus apóstoles y sus legítimos sucesores, el Papa y los obispos.

4. La Iglesia de Cristo es siempre y en todas partes la misma, también en épocas de decadencia, en tiempos de pobreza espiritual, y falta de comprensión, en tiempos de ignorancia y estrechez de miras.

  • Siempre la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y Madre de todos los creyentes. Cristo siempre es la Cabeza de la Iglesia que es «una», «santa», «católica» y «apostólica»; y el Espíritu Santo es siempre el principio de vida de esta Iglesia.
  • Dijo Jesús a sus apóstoles: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta que termine este mundo» (Mt. 28, 20), y «las fuerzas del infierno no la podrán vencer» (Mt. 16, 18). Podemos decir que ningún católico puede aceptar que la visión acerca de la Iglesia de los reformadores del siglo XVI sea una decisión definitiva.

Consideración final

  • Nosotros los católicos no podemos negar que Lutero era una personalidad profundamente religiosa, que buscó con toda honestidad y con abnegación el mensaje evangélico. Su crítica contra la Iglesia tenía una intención auténticamente cristiana; la Iglesia debería repudiar siempre todo lo que no es evangélico.
  • El mérito de Lutero y la Reforma es que descubrieron de nuevo el centro del mensaje evangélico: sólo por la gracia y por la fe en la acción salvadora de Cristo, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que nos invita a realizar obras buenas. Ningún católico va a negar este mensaje evangélico. Pero Lutero tomó este núcleo del Evangelio y olvidó todo lo demás. Esto es una simplificación del Evangelio que equivale a una amputación. Porque, si bien el núcleo es lo más importante, no lo es todo.
  • Lutero se vio forzado a construir un nuevo concepto de Iglesia y creó el concepto de una Iglesia escondida y una iglesia visible. Pero esta visión acerca de dos iglesias no tiene una adecuada correspondencia con las Sagradas Escrituras y con la Tradición Apostólica. Sin duda este nuevo concepto de Iglesia que creó Lutero es el punto de mayor dificultad entre católicos y evangélicos. Los evangélicos actualmente no tienen culpa del hecho de esta desunión y no están privados de sentido y de fuerza en el misterio de salvación. Pero un católico nunca podrá aceptar esta opinión: «Cristo salva, la Iglesia no salva». Es presentar un cristianismo mutilado, es una verdad a medias. Aceptar a Cristo significa aceptar a su Iglesia. La Iglesia es, por tanto, el «Cristo total» , su proyección y encarnación en el tiempo.
  • El Concilio Vaticano en la Lumen Gentium (Nro. 14) tiene una frase que da mucha luz al respecto: «Enseña que la Iglesia peregrina es necesaria para la salvación... y no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia Católica fue instituida por Jesucristo, como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en ella».
  • Hermanos queridos, cuando les inviten a cambiar de religión, lean y mediten estos temas que, repito, he escrito sin ánimo de ofender, y sólo por esclarecer la verdad.
  • Católicos, ¡lean y mediten esto y no se cambien de religión!

P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá

TEMA 29: ¿Quiso Jesús una sola Iglesia?

Queridos hermanos:

No es raro escuchar de labios de algún católico: «Yo amo a Jesús pero no me importa la Iglesia».

Creo que esta opinión, para muchos, es simplemente un pretexto para seguir viviendo como «católicos a su manera».
  • No hacen caso a la Iglesia,
  • No van a la Misa,
  • No quieren prepararse para recibir dignamente los sacramentos,
  • No hay obediencia a la Jerarquía eclesiástica,
  • Sólo cuando les conviene se acercan a la Iglesia y dicen que siguen la religión «a su manera».
  • Otros, no sin dolor, van repitiendo que su aspiración es amar a Cristo pero al margen de la Iglesia.
  • Ellos se separan de su Iglesia porque no ven una clara coherencia entre lo que se dice y lo que se hace; sienten que el lenguaje y la vida de los católicos están alejados del Evangelio.

La Iglesia no es algo abstracto. Somos nosotros, laicos y pastores, comunidad creyente, su rostro visible. La Iglesia es humana y divina a la vez. Y sabiendo que esta Iglesia lleva en sus miembros las huellas del pecado, es necesario que nos preguntemos muy en serio:

¿Qué Iglesia confesamos, en qué Iglesia creemos, en qué Iglesia servimos? La respuesta es clara:

Pertenecemos a la Iglesia que Jesucristo soñó,la Iglesia que Jesucristo realmente quiso.

Todo lo que digo aquí no es un invento de hombres, es Cristo mismo el que nos lo enseñó.

Leamos con atención en la Biblia y meditemos juntos las enseñanzas sagradas acerca de Jesucristo y su Iglesia.

¿Qué nos enseña la Biblia?

  • En el Antiguo Testamento, Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente, sino que quiso hacer de ellos un pueblo. De entre todas las razas Yavé Dios eligió a Israel como su Pueblo e hizo una alianza, o un pacto de amor, con este pueblo.
  • Le fue revelando su persona y su plan de salvación a lo largo de la Historia del Antiguo Testamento. Todo esto, sin embargo, sucedió como preparación a la alianza más nueva y más perfecta que iba a realizar en su Hijo Jesucristo. Es decir, este pueblo israelita del Antiguo Testamento era la figura del nuevo Pueblo de Dios que Jesús iba a revelar y fundar: la Iglesia.

¿Cómo preparó Jesús su Iglesia?

  • Jesús comenzó con el anuncio del Reino de Dios. En su primera enseñanza el Señor proclamó: «Ha llegado el tiempo, y el Reino de Dios está cerca. Cambien de actitud y crean en el evangelio de salvación» (Mc. 1, 15). Pero el pueblo de Israel rechazó a Jesús como Mesías y Salvador y no aceptó sus enseñanzas. Por eso Jesús comenzó a formar un pequeño grupo de discípulos y mientras enseñaba a la multitud con ejemplos, a sus discípulos les explicó los misterios del Reino de Dios (Lc. 8, 10)
  • Entre los discípulos, el Señor escogió a Doce Apóstoles (enviados) con Pedro como cabeza. «Los Doce» serán las células fundamentales y las cabezas del nuevo pueblo de Israel ( Mc. 3, 13-19 y Mt 19, 28). Para los judíos «doce» era un número que simbolizaba la totalidad del pueblo elegido (como las doce tribus de Israel). Y el hecho de que haya Doce apóstoles anunció la reunión de todos los pueblos en el futuro nuevo Pueblo de Dios. Jesús preparó a sus apóstoles con mucha dedicación: Los inició en el rito bautismal (Jn. 4, 2), en la predicación, en el combate contra el demonio y las enfermedades (Mc. 6, 7-13), les enseñó a preferir el servicio humilde y a no buscar los primeros puestos (Mc 9, 35), a no temer las persecuciones (Mt. 10), a reunirse para orar en común (Mt. 18, 19), a perdonarse mutuamente (Mt. 18, 21). Y también preparó a sus apóstoles para hacer misiones dentro del pueblo de Israel (Mt. 10, 19). Después de la Resurrección de Jesús recibieron la orden de enseñar y bautizar a todas las naciones (Mt. 28, 19).
  • Entre los Doce, Pedro es quien recibió de Jesús la responsabilidad de «confirmar» a sus hermanos en la fe (Jn. 21, 15-17). Además Jesús lo estableció como una roca de unidad: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no podrán nada contra ella» (Mt. 16, 18).
    A Pedro, «la roca» que garantizó la unidad de la Iglesia, Jesús le dio la responsabilidad de mayordomo sobre la Iglesia. Es Pedro el que abre y cierra las puertas de la Ciudad celestial y él tiene también en sus manos los poderes disciplinares y doctrinales: «Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que tú prohíbes aquí en este mundo quedará prohibido también en el cielo, y lo que tú permitas en este mundo quedará permitido en el cielo».
    A los Doce, Jesús les encargó la renovación de la Cena del Señor: «hagan esto en memoria mía» (Lc. 22, 19). También les dio la responsabilidad de «atar y desatar», que se aplicará especialmente al juicio de las conciencias. (Mt. 18, 18). «Reciban el Espíritu Santo. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, éstos ya han sido perdonados; y si no los perdonan, quedan sin perdonar» (Jn. 20, 22-23).
  • Estos textos de los evangelios revelan ya la naturaleza de la Iglesia, cuyo creador y Señor es Jesucristo mismo. Jesús dio claras indicaciones de una Iglesia organizada y visible, una Iglesia que será acá en la tierra signo del Reino de Dios. Además Jesús quiso realmente su Iglesia construida sobre la roca, y quiso su presencia perpetua en su Iglesia por el ejercicio de los poderes de los Apóstoles y por la Eucaristía. Y el poder del Infierno no podrá vencer a esta Iglesia.

La Iglesia nació en la Pascua y en Pentecostés

  • La Iglesia, tal como Jesús la ha querido, es aquella por la que El murió. Con su muerte y resurrección en la Pascua, Jesús terminó la obra que el Padre le encargó en la tierra. Pero el Señor no dejó huérfanos a los apóstoles (Jn. 14, 16), sino que les envió su Espíritu en el día de Pentecostés para reunir y santificar a estos hombres en un Pueblo de Dios (Jn. 20, 22).
  • Es en el día de Pentecostés cuando la Iglesia de Cristo se manifestó públicamente y comenzó la difusión del Evangelio entre los pueblos mediante la predicación (Hch. 2). Es la Iglesia la que convoca a todas las naciones en un nuevo Pueblo para hacer de ellas discípulos de Cristo (Mt. 28, 19-20). (La palabra griega «ecclesía», que aparece en el N. T. 125 veces, significa en castellano «asamblea convocada» o «Iglesia»). Quienes crean en Jesucristo y sean renacidos por la Palabra de Dios vivo (1 Ped. 1, 23) no de la carne, sino del agua y del Espíritu (Jn. 3, 5-6), pasan a constituir una raza elegida, un reino de sacerdotes, «una nación santa».
    La Iglesia es el Cuerpo de Cristo
  • El Apóstol Pablo es el autor inspirado que más escudriñó el profundo misterio de la Iglesia. Cuando en aquel tiempo Saulo perseguía a la Iglesia, el mismo Señor se le apareció en el camino de Damasco. Allí Saulo tuvo la revelación de una misteriosa identidad entre Cristo y la misma Iglesia: «Yo soy Jesús, el mismo a quien tú persigues» (Hch. 9, 5). Y en sus cartas, Pablo sigue reflexionando sobre esta unión misteriosa entre Cristo y su Iglesia. Sigamos ahora la meditación del apóstol Pablo sobre la Iglesia. La realidad de la Iglesia como «el Cuerpo de Cristo» ilumina muy bien la relación íntima entre la Iglesia y Cristo. La Iglesia no está solamente reunida en torno a Cristo; está siempre unida a Cristo, en su Cuerpo. Hay cuatro aspectos de la Iglesia como «Cuerpo de Cristo» que Pablo resalta específicamente.

«Un solo Cuerpo».

  • La Iglesia para el Apóstol Pablo no es tal o cual comunidad local, es, en toda su amplitud y universalidad, un solo Cuerpo (Ef. 4, 13). Es el lugar de reconciliación de los judíos y gentiles. (Col. 1, 18, 23). El Espíritu Santo hace a los creyentes miembros del Cuerpo de Cristo mediante el bautismo: «Al ser bautizados, hemos venido a formar un sólo Cuerpo por medio de un sólo espíritu» (1 Cor 12, 13). Además esta viva unión es mantenida por el pan eucarístico «Aunque somos muchos, todos comemos el mismo pan, que es uno solo; y por eso somos un solo cuerpo» (1 Cor 10, 17).

Cristo «es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia» (Col. 1, 18).

  • Dice el Apóstol Pablo: «Dios colocó todo bajo los pies de Cristo para que, estando más arriba de todo, fuera Cabeza de la Iglesia, la cual es su Cuerpo» (Ef. 1, 22). Cristo es distinto de la Iglesia, pero El está unido a ella como a su Cabeza. En efecto, Cristo es la Cabeza y nosotros somos los miembros; el hombre entero es El y nosotros. Cristo y la Iglesia es todo uno, por tanto, el «Cristo total» es Cristo y la Iglesia.

La Iglesia es la Esposa de Cristo.

  • La unidad de Cristo y su Iglesia, Cabeza y miembros del Cuerpo, implica para Pablo también una relación muy personal. Cristo ama a la Iglesia y dio su vida por ella. (Ef. 5, 25). Esta imagen arroja un rayo de luz sobre la relación íntima entre la Iglesia y Cristo: «Los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, se lo digo respecto a Cristo y la Iglesia» (Ef. 5, 31-32).

El Espíritu Santo es el principio de la acción vital en todas partes del cuerpo.

  • El Espíritu Santo actúa de múltiples maneras en la edificación de todo el Cuerpo. «Hay un solo cuerpo y un solo espíritu». Y por Cristo todo el cuerpo está bien ajustado y ligado, en sí mismo por medio de la unión entre todas sus partes; y cuando una parte trabaja bien, todo va creciendo y desarrollándose con amor (Ef. 4, 4). Los distintos dones del Espíritu Santo (dones jerárquicos y carismáticos) están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo. (1 Cor. caps. 12 y 13).

Diversas imágenes bíblicas de la Iglesia

  • En el Nuevo Testamento encontramos distintas imágenes que describen el misterio de la Iglesia. Muchas de estas figuras están ya insinuadas en los libros de los profetas, y son tomadas de la vida pastoril, de la agricultura, de la edificación, como también de la familia y de los esponsales. No podemos en esta carta analizar todas estas figuras que representan la Iglesia. Sería demasiado largo. Solamente quiero referirme a las imágenes más importantes de la Iglesia con sus respectivos textos de la Biblia. Es una buena oportunidad para que ustedes lean y mediten personalmente con la Biblia. En el N. T. la Iglesia es presentada como: «aprisco o rebaño» (Jn. 10, 1-10), «campo y viña del Señor» (Mt. 21, 33-34 y Jn. 15, 1-5), «edificio y templo de Dios» (1 Cor 3, 9), «ciudad santa y Jerusalén Celestial» (Gál. 4, 26), «madre nuestra y esposa del Cordero» (Ap. 12, 17 y 19, 7).

Resumiendo

  1. La Iglesia es creación de Dios, construcción de Cristo, animada y habitada por el Espíritu Santo (1 Cor. 3,16 y Ef. 2, 22).
  2. La Iglesia está confiada a los hombres, apóstoles «escogidos por Jesús bajo la acción del Espíritu Santo (Hch. 1, 2). Y los apóstoles confiaron la Iglesia a sus sucesores que, por imposición de las manos, recibieron el carisma de gobernar (1 Tim. 4, 14 y 2 Tim. 1, 6).
  3. La Iglesia guiada por el Espíritu Santo (Jn. 16, 13) es «columna y soporte de la verdad» (1 Tim. 3, 15), capaz de guardar el depósito de las «sanas palabras recibidas» (2 Tim. 1, 13). Es decir, de explicarlo sin error.
  4. La Iglesia es constituida como Cuerpo de Cristo por medio del Evangelio (Ef. 3-10), nacida de un solo bautismo (Ef. 4, 5), alimentada con un solo pan (1 Cor. 10, 17), reunida en un solo Pueblo de hijos de un mismo Dios y Padre (Gál. 3, 28).
  5. La Ley de la Iglesia es el «mandamiento Nuevo: amar como el mismo Cristo nos amó» (Jn 13, 34). Esta es la ley «nueva» del Espíritu Santo y la misión de la Iglesia es ser la sal de la tierra y luz del mundo (Mt. 5, 13).

Después de esta breve reflexión bíblica acerca de la Iglesia de Cristo, no puedo comprender cómo un cristiano puede decir: «Creo en Jesucristo, pero no en la Iglesia».

Esta manera de hablar es simplemente mutilar el Mensaje de Cristo y refleja una gran ignorancia de la verdadera Fe cristiana.

  • La Iglesia es la continuación de Cristo en el mundo. En ella se da la plenitud de los medios de salvación, entregados por Jesucristo a los hombres, mediante los apóstoles. La Iglesia de Cristo es «la base y pilar de la verdad» (1 Ti. 3, 15);
  • Es el lugar donde se manifiesta la acción de Dios, en los signos sacramentales, para la llegada de su Reino a este mundo.
  • Así que aceptar a Cristo significa aceptar su Iglesia. El «Cristo total» es Cristo y la Iglesia. No se puede aceptar a Cristo y rechazar su Iglesia. Dijo Jesús a sus Apóstoles y discípulos: «El que a ustedes recibe, a Mí me recibe. Y el que me recibe a Mí, recibe al que me ha enviado. Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes».

Queridos amigos:

  • La verdadera Iglesia de Jesús se reconoce en la Iglesia Católica a la que nosotros tenemos la dicha de pertenecer.
  • Cierto que la Iglesia es a la vez santa y pecadora, porque está formada por seres humanos, pero es la única que entronca y conecta con los Apóstoles y con Cristo.
  • A nosotros corresponde crecer día a día en santidad para que brille en ella el rostro de la verdadera Iglesia de Cristo. Y, siendo esto así, cometería un grave error quien la desconociera. Así que no más cristianos «a mi manera», sino a la manera que Cristo dispuso. Y Cristo quiso salvarnos en su Iglesia que es Una, Santa, Católica, y Apostólica.

P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá